Aferrados

Una mañana paseando por un parque observe un árbol cuyas raíces sobresalían de la tierra, aferradas a ella de tal manera que difícilmente se podría caer o remover, a menos que se cortaran dichas raíces.

Observar el árbol me hizo reflexionar en cuantas personas se aferran a las cosas pensando que ellas son su sostén, que es lo material lo que las mantiene firmes sin caer y sufren de manera cruel cuando tienen perdidas o fracasos económicos o cuando les falta acumular más, ya que su ambición es enfermiza y han hecho a las riquezas su dios.

También pienso en aquellos que se aferran a recuerdos dolorosos del pasado y no pueden escapar de ellos, los tienen atrapados y sin posibilidad de ver más allá y disfrutar el presente, liberados de un pasado doloroso.

Están también los que se aferran a resentimientos y acumulan rencor en sus corazones porque no son capaces de perdonar, aun a pesar de que el rencor les está destruyendo internamente.

Y no puedo dejar de mencionar como muchos se encuentran aferrados a una vida de pecado, separados completamente de la gracia y del amor de nuestro Señor Jesucristo, perdiéndose de la oportunidad de vivir a plenitud en el presente y de la vida eterna que él brinda a quienes le entregan su corazón, creyendo en él cómo su Señor y Salvador.

Tenemos que cortar las raíces de todas las ataduras a las que nos hemos aferrado y nos están limitando para vivir en paz, con gozo y con toda la bendición de Dios.

Meditar y permanecer en obediencia a la Palabra de Dios nos hará libres de todas esas cosas a las que nos aferramos y que nos impiden disfrutar la vida en abundancia.

Por eso vienen a mi mente las palabras del Señor; "si vosotros permaneciereis en mi palabra seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Juan 8: 31-32).

¿Eres libre de toda atadura?