Viendo más allá

Si algo debiéramos anhelar profundamente para alcanzar el éxito en la vida, debería ser tener visión. La visión es la cualidad que nos brinda oportunidades que otros no logran identificar, es por ello por lo que yo la defino como la capacidad de ver lo que no se ve.

Pero no siempre a las personas visionarias se les reconoce inicialmente tal capacidad, incluso muchos de ellos han sido tachados como ilusos, exagerados o torpes y un sin número de adjetivos para desacreditarlos.

Pero qué decir de Julio Verne, Galileo Galilei, Henry Ford o Helen Keller por nombrar un par de aquellos que veían más allá de lo que la generalidad o la mayoría de la gente alcanza a ver. Hellen Keller quedó ciega y sorda a los diecinueve meses de edad, pero salió adelante gracias a la perseverancia de su maestra Anne Sullivan quien vio algo más en Hellen y fue clave en su formación pues logró enseñarle a hablar y leer Braille, de tal manera que se graduó de la universidad y fue una escritora y conferencista muy reconocida. Cuando en una ocasión le preguntaron qué era peor que ser ciega, ella respondió que era peor tener vista y no tener visión.

Por tanto, debemos esforzarnos para no dejar que lo que nos rodea nos limite, no todo es objetivo y circunstancial, hay cualidades espirituales que debemos desear como la sabiduría, el discernimiento, la revelación y el entendimiento que rompe barreras, desata las vendas que nos impiden ver y nos abre un mundo de oportunidades maravillosas establecidas por Dios para aquellos que le aman.

El principio de la visión es la sabiduría y esta, viene del Señor, es dada por el cuándo lo honramos, respetándolo reverentemente y reconociendo que demanda la santidad para cada uno de sus hijos. El principio de la sabiduría es el temor de Dios, los insensatos desprecian la sabiduría y la disciplina, Proverbios 1:7