Viendo más allá de la montaña

Algunos montes son casi imposibles de conquistar, si no es por un esfuerzo extraordinario y una fortaleza y capacitación que requiere muchas horas de preparación, además de la inversión de sumas significativas de dinero, así los problemas que encontramos en nuestras vidas se presentan sin darnos la oportunidad de prepararnos con suficiente anticipación para enfrentarlos y conquistarlos de tal manera que nos parecen montañas inexpugnables.

Cuando estamos frente a esas montañas y levantamos la vista, pero no lo suficiente como para ver más allá de ellas, vemos lo imposible y nos desanimamos, nos preocupamos, nos deprimimos y somos víctimas del infortunio y la desesperación, de la angustia, la pena, la tristeza y el temor.

Pero si miramos al cielo entenderemos que la montaña no supera la altura celestial, claro que estamos hablando de ver con los ojos de la fe, con la confianza en Dios, que tiene no una, sino mil y más maneras y posibilidades para darnos respuesta, aun y cuando nos encontremos en la situación más desesperada o el problema más crítico o circunstancia más caótica que podamos enfrentar.

Por supuesto que confiar en Dios requiere seguir un proceso para llegar a establecer una relación directa e íntima con él, conociéndolo por medio de su Palabra que nos ha sido legada en la Biblia. Claro que esto toma tiempo, pero el amor de Dios es tan grande que nos perdona y nos recibe como hijos desde el primer momento en que consciente, voluntaria y deliberadamente recibimos a Jesucristo en nuestro corazón como nuestro Salvador y reconocemos que le necesitamos, no solo para que resuelva nuestros problemas, sino porque estamos arrepentidos de haberlo ignorado, de haber vivido una vida sin atender los reclamos de nuestra conciencia y habernos entregado a vivir haciendo lo opuesto a su voluntad para satisfacer nuestras pasiones y deleites, que en buen castellano se llaman pecados. ¿Ya reconociste al Señor como tu Salvador?